Perplejo, asustado y maravillado me he quedado al leer esta semana el especial de toros del el Adelanto de Salamanca, “El Toreo”.
Lo nuestro lo de ser morantista es una cosa que se lleva en la sangre. No se puede explicar y que uno va tirando, cuando eres normal no pasa nada, ahora cuando te infectas de arte, el duende invade tu sangre y fluye la torería, lo bohemio y lo especial.
Entonces surge lo inesperado, lo efímero, volátil, el éxtasis viendo una obra de arte andante.
Pues todo esto viene ya que me he quedado preocupado al ver como Víctor Soria se ha infectado un poquito.
¿Pero como ha podido ser si yo se que se vacuna contra ello?.
Tomasista hasta la medula y buen aficionado ha escrito lo que a continuación os pongo.
Tengo que reconocer que me he emocionado al ver como se ha infectado Víctor, sin darme cuenta y sabiendo lo que ello le supone. También se que tiene el antídoto para salir de esta, pero mientras este convaleciente disfrutaremos este particular mundo de locos y sentimentales morantistas.
Morantista por segundos
Sucedió en pasado veintitrés de agosto durante las Corridas Generales en Bilbao, en la grandiosa plaza de Vista Alegre. Un halo de gloria torera y duende invadió la oscura arena del coso bilbaíno. El poso de un torero pisando la arena con fuerza, arte y sabiduría.
Sentado en la silla del bar de un buen amigo puede observar perplejo como un torero mandaba con suaves ayudados por bajo sobre la embestida de un toro rusco y complicado. El tendido le pitaba incomprensiblemente mientras un servidor, que ha criticado duramente a ese mismo torero en infinidad de ocasiones, presenciaba uno de los momentos más bellos que he visto en el toreo. Nadie daba un duro por ninguno de los dos. Se echó la muleta a la mano derecha y convirtió los pitos en sonoras palmas. Maravillosas series cargadas de empaque por los dos pitones, rematadas con muletazos nacidos de una muñeca con un juego especial.
La torería de Morante de la Puebla en su máxima plenitud. Lo sentí aquel día. Un olé arrastrado, eterno. El delirio llegó a un tendido entregado con el sevillano.
Espadazo en todo lo alto. Dos orejas, una de las faenas más importante de la temporada y yo, con lo que he sido, me sentí morantista por segundos. Me encantó sentir esa sensación. Y espero repetirlo.
Olé tu Víctor
Foto Arjona