Quería compartir con vosotros la maravillosa crónica de D. Juan Posada, publico en la razón, sobre la tarde de Don José Antonio en Bilbao. Juan POSADA
BILBAO- Morante de
Morante expuso
Aparte de demostrar lo más ortodoxo de su tauromaquia, adelantando el engaño a la vez que la pierna para rematar los muletazos a su espalda en redondo, expuso porque mostró las ingles cuando el animal, muy suavemente, merodeaba sus alrededores. Todo ello con una composición estética admirable. Aspirar el perfume de ese toreo es motivo suficiente para ser aficionado a esta maravillosa Fiesta. Con el manso segundo lo intentó; imposible.
Enrique Ponce, sublimizó la técnica del arte torero, incluso, puso su parte de emoción para acabar, de una vez, con el mito de su aparente facilidad inocua. Lo mejor, su actuación en el cuarto toro al que le ligó muletazos diestros y zurdos con regusto y prosapia. Es extraño que un torero con casi veinte años de alternativa transmita su gran afición, que le hierve dentro, y la saque a relucir de forma magistral.
Dos facetas
El valenciano y el sevillano mostraron al público bilbaíno las facetas más importantes de este arte: valor para torear tan perfecto como Morante y agallas para ejecutar el toreo desde otra vertiente, igualmente meritoria
En contraste con todo lo anterior se encuentra Castella. A pesar de la voluntad que puso en su primero y el valor que le echó al manso sexto, no pudo ocultar su baja forma y, en este caso, su vulgar manera de torear.