Yo
cuando de pequeño jugaba al toro soñaba con hacerlo en una plaza llena, el
publico roto!!! Aunque fuera en el callejón de la bomba y como único espectador
mi tío el Monsieur. Pero eran los sueños de un niño aficionado a los toros con
el veneno incrustado desde chico y con ansias de aprender. De hecho ahora de más
mayorcete sueño todavía con esa plaza llena, pero tengo que reconocer que en la
soledad del campo, es donde de verdad se sueña. Mi añorado apoderado Agustín me
decía antes de cada feria de abril o tarde importante de la temporada…
“¡¡¡José
ya tengo las muñecas sueltecitas mira, y marcaba un lance con mucha cadencia y
sentimiento. Esta mañana cuando salí de la ducha le pegue tres lapas con la
toalla!!! Este año es!!! Ten fe!!!”
Esas
lapas que daba Agustín con la toalla al salir de la ducha eran soñadas como las
de cualquier loco que viva esto a pleno corazón. Pues bien eso mismo he pensado
cuando he visto este reportaje de Víctor Soria.
Juan
Mora ha tentado dos vacas con la mayor naturalidad posible en el mundo. Qué
cosa más sencilla madre pero a la vez que Magna!!! Fijaros en el temple, en la
cadencia, en el poso, en la esencia de lo añejo y lo buscado por todo el sienta el toreo. Esto no se pasa de moda…
esto es torear es abrirse de corazón y abandonarse dar rienda suelta para que
el alma embriague y nos enamore viendo torear.
Fíjate tu qué cosa una plaza de tientas, con torero y ganadero en soledad. Precisamente en esa soledad del campo resurge la obra, el arte… gracias a dios que una cámara graba y nos deja compartir con ellos ese maravilloso momento.
Muchas
gracias Víctor por esta entrevista y precioso
reportaje.